jueves, 27 de noviembre de 2014

Macondo sin Buendía



Sigue
llueve 
             en esta Macondo sin Buendía
Buenos Aires estrena paradojas siempre antiguas
mientras crecen los ríos y mareas
 malas aguas
debería refundarse sumergida
que se asome el Obelisco al horizonte
a duras penas. 
 Autora: Sandra Catalano  
Hay versos que te dejan empapado de tristeza. Como si fuera verdad que la tristeza tiene tacto de nube y manos de lluvia. Hay versos que te sumergen hasta el cuello en una bañera de aguas rojas. Joder con la poesía, cómo se las gasta. Al que inventara la metáfora deberían haberle puesto una calle en el cielo y otra en el infierno. Calle de la Metáfora. Por una acera, el sol relumbra lírico; por la otra, el cielo jarrea melancolía. Qué tristeza tus versos, qué belleza de mariposa nocturna esconden.




miércoles, 26 de noviembre de 2014

ARS AMANDI



Con cariño para quienes se conocieron por carta o, más recientemente, a través de Internet.

Todo comenzó unos meses antes, cuando el vuelo de un verso de él despertó un relámpago en la espalda de ella. Ella rápido metió la mano en el saco y rezó para que de él saliera la metáfora que remedara su verso con el retardo de un trueno. Probó y tuvo suerte. La metáfora atravesó la luz de los cables para coronar el sexo de él con una pequeña vibración, un simple aviso del mar que aquellas palabras abría delante de sus ojos.

martes, 25 de noviembre de 2014

EL UNICORNIO AZUL




Mi unicornio azul
ayer se me perdió,
y puede parecer
acaso una obsesión,
pero no tengo más
que un unicornio azul
y aunque tuviera dos
yo sólo quiero aquel.  

(Silvio Rodríguez)



Confieso que sentí cierta vergüenza cuando me enteré que aquel tío lejano, a quien apenas conocí en vida, me había dejado, al morir, su rifle de caza. Era cierto que yo era el único sobrino al que le tiraba el monte, pero mi experiencia con la caza tampoco iba mucho más allá de los cerros y de los rastrojos cercanos a mi pueblo, detrás de las perdices o de los conejos, con la vieja escopeta de perrillos de mi abuelo, que también había heredado, como un testigo en el relevo de las generaciones.

viernes, 21 de noviembre de 2014

El huevo de Colón



Estas líneas las escribí poco después del ataque a las Torres Gemelas. Trece años más tarde tristemente mantienen su vigencia. 


Cuando en 1.492 Colón pisó Cuba, no podía imaginar que su manía de poner huevos en pie evitaría la muerte de muchos norteamericanos cinco siglos más tarde. 

En estos días en los que el polvo de las Torres Gemelas parece haber cegado de odio a medio mundo, uno comienza a plantearse por qué han sido los fundamentalistas del Islam quienes precisamente han llevado a cabo esta barbarie.


 Para el fundamentalismo islámico, Estados Unidos se ha erigido en el macho cabrío de su infierno: es el enemigo identificado, la bandera a quemar. Razones no les faltan –para el odio, digo, no para esta cosecha de muerte-, que Estados Unidos tiene sus botas militares y políticas llena de la arena de sus desiertos. Sus arrumacos sionistas, el alpiste con el que mimaron a la córvida guerrilla talibán contra la URSS, los soldados iraquíes enterrados en los sótanos inexistentes de las dunas, y ese largo y triste etcétera, son razones suficientes para que unos hombres religiosa y mentalmente manipulados, decidan suicidarse en nombre de Alá, y a cambio de un paraíso seguro, eterno y sin cuotas mensuales.


jueves, 20 de noviembre de 2014

Guitarra




Cuerpo ausente, perfume de cuerdas tensas. Tú, guitarra perdida en el naufragio de una canción última. Cuentan que vieron tus cuerdas flotando a la deriva, trenzándose en una red para peces enamorados; dicen también, que en el lugar del hundimiento hay una concentración de sirenas que no han resistido el eco de tus últimos acordes.











Fotografía: Liliana Muente.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Nocturno



Abrir la ventana. Eso es, abrir la ventana a la luna. Agazaparme en el alféizar a esperar la orden, el reflejo en plata sobre el agua, ésa es la contraseña. Luego el vuelo corto, nocturno y funesto,  hechizado de luz blanca y final. En la enfermería no hay rejas y la ventana es un marco para un fresco de luna. Tengo sed, pero a esta hora no debo pulsar el timbre. No, a esta hora, no. Además, hoy está ese enfermero de manos violentas y voz ronca.

martes, 18 de noviembre de 2014

La linterna




No te quiero. Sí, lo que has oído, se ha apagado la luz que antes estaba encendida. Qué bien y qué claro me queda cuando se lo digo al espejo, me permito incluso utilizar una metáfora. Lástima que no seas tú quien esté delante y sólo mi imagen reflejada en el espejo del baño acuse recibo de esta declaración de desamor.

Vacaciones en Roma.




Nota: Este texto lo escribí en tiempos del anterior Papa, allá por el año 2000; nuestro actual Papa, sí cuenta con mi simpatía.

He pasado, junto unos amigos, cinco días de vacaciones en Roma. Me habían dicho que Roma era “la ciudad”. No se equivocaban. Mis ojillos se asomaron al mundo romano en la Piazza Navona, una plaza elíptica salpicada por fuentes esculpidas por Bernini; dos manzanas más allá se levanta, como un gigante momificado, el Panteón; al otro lado de la Plaza Navona, el Campo di Fiori, donde en las mañanas, uno, sin querer, busca entre las flores y las verduras de los puestos del mercado el escote brutal de la Loren o la mirada cálida de Mastroianni. 

lunes, 17 de noviembre de 2014

Chocolat


Juliette Binoche, sus labios, su sonrisa como una ciénaga dulce de chocolate. A la Binoche, a su hija, y al canguro imaginario que viaja con ella, les trae un viento frío del norte, un vendaval arisco que abre violentamente la puerta de la iglesia de un pueblo que descansa su belleza medieval en los márgenes de un río. Viene dispuesta a abrir una chocolatería en la que unas veces venderá chocolate, y en otras, remedios achocolatados para males del corazón basadas en fórmulas mayas de cocina del cacao y en la herencia mágica de su abuela errante.

viernes, 14 de noviembre de 2014

Sobre héroes y tumbas


Estas líneas las escribí alla por 1994 - tomándole prestado el título de la magnífica novela de Ernesto Sábato "Sobre héroes y tumbas" - tras el genocidio en Ruanda. Veinte años más tarde tristemente compruebo que en el mundo sigue habiendo muchas Janes vendiendo tomates y mucho aprendiz de Goebbles correteando  en el llamado Primer Mundo.

Jane Murekatete vende tomates en una esquina de una calle de Gatenga, en Ruanda, para que sobrevivan los cinco hermanos vivos que le quedan. Tiene dieciocho años y es Tutsi. A sus padres y a otros cinco hermanos los carnearon a machetazos una noche negra en abril de 1.994. Jane Murakatete no llora, sus ojos están amojamados de tanta muerte. En los sueños de Jane todavía se cuela, entre canción y canción, la voz del locutor de Radio Mille Colines -la emisora de Félicien Kabuga-, animando a la población Hutu a aplastar a las cucarachas Tutsi.  Félicien Kabuga es un genocida, el Goebbles de Ruanda; junto a él, Tharcisse Renhazo y Augustin Bizimungu, amparados en la “akazu” –la mafia que hasta 1.994 parasitaba el poder- hicieron windsurf a lomos de una ola de espanto, enloqueciendo a muchos descerebrados hutus que entraron en el Guiness por masacrar  800.000 tutsis (300.000 niños) a razón de 333 personas por hora.