sangrando su corona "
Acordes a T.L. de Victoria (José Hierro)
Facebook no es más que
una arquitectura virtual que descansa sobre un entramado de amistades que en su
mayoría son falsas o de conveniencia. En muchas ocasiones, más que amigos, en
Facebook, Twitter y otras redes análogas, buscamos un público, una audiencia
entregada a la causa, un aplauso imaginario con el que sentirnos un peldaño más
arriba en el nivel de influencia o notoriedad social. Todo, con el fin último
de vernos más guapos en el espejo.
Esta participación en las
redes sociales está cada vez más extendida, ya son pocos los que no sienten la
inventada necesidad de crearse un perfil propio en estas páginas. Va pareciendo
que la vida no sucede para los que guardan silencio en la Red. Y eso no es así.
Además, tengo para mí que muchos usuarios de las redes sociales sienten cada
día más pequeño el evidente desfase que existe entre la realidad virtual, que
las redes sociales ofrecen, y la vida real; y lo sienten hasta tal punto que
muchos han entreverado tanto en su día a día ambos mundos que sus fronteras
están languideciendo y corren el serio riesgo de desaparecer. Puede que sea ésta la
tan buscada Cuarta Dimensión cuya existencia ya intuyó Einstein. Quién sabe, el
tiempo y el espacio hacen regates que para sí los quisiera Messi.
Por las cloacas de las
redes sociales corren también muchas carencias personales y, sobre todo, mucha
soledad. Hay gran cantidad de contenido vacío que
la gente cuelga por salir un poco del armario de su rutina y darle a su vida
una dimensión de la que realmente carece. Fruta huera. Estos imaginarios
tablones de anuncios que son las Redes Sociales, actúan en muchas ocasiones
como el remanso del arroyo al que Narciso fue a beber y en el que vio reflejado
su propia y bella imagen. Sólo que aquí, la imagen que el espejo devuelve no es
la nuestra, sino la que nuestra soledad, nuestra vanidad o, en ocasiones, nuestra
estupidez, ha querido reflejar en él a punta de “Me gusta”.
Lo terrible es que hay
mucha gente que, como Narciso, no se atreve ya a beber de ese espejo por miedo
a que esa imagen impostada desaparezca entre las ondas del agua, pues en el
fondo son conscientes de que nuestro yo en la Red es algo tan frágil como el
humo en el viento. De ahí que convenga quitarle hierro al asunto, bajarle la
fiebre al enfermo, para no obsesionarnos con ese apócrifo reflejo. Morir de
sed por esto es una estupidez, por mucho que una flor que lleve nuestro nombre
nazca a los pies del espejo.
Interesante reflexion
ResponderEliminar